El zombi corporativo
Halloween es un momento del año que los niños aman muchísimo. ¿Y por qué no lo amarían? Es el momento del año en el que pueden vestirse como personajes de terror y recibir golosinas geniales que son malas para sus dientes. El único límite para los disfraces que puede usar un niño es la imaginación de sus padres.
El tío de este niño quería un estilo zombi, pero no salió del todo bien. Se parece más a un contador cansado que trabaja muchas horas y no tiene las agallas para renunciar a su aburrido trabajo. No es el típico personaje de una película de terror. De todos modos, cualquiera que haya estado enterrado bajo una montaña de trabajo podrá sentirse identificado.